El pasado 19 de mayo, República Dominicana celebró los comicios presidenciales y congresuales para elegir las autoridades que gobernarán la nación caribeña durante el próximo cuatrienio 2024-2028. Este hecho deja una estela profunda en el panorama político del país, ya que, a pesar de las marchas, caravanas, publicidad y debates con la presencia de las tres principales fuerzas políticas: Partido Revolucionario Moderno (PRM), Fuerza del Pueblo (FP) y Partido de la Liberación Dominicana (PLD), la contienda electoral se vio marcada por una alta tasa de abstención que debe preocupar a la sociedad dominicana.
El partido oficialista, que buscó la reelección presidencial presentando a los mismos candidatos, se coronó como el gran vencedor, logrando retener la presidencia de la república y conquistando 29 de 32 curules en la cámara alta y 144 de 190 en la cámara baja, logrando así una victoria aplastante nunca vista en la historia política del país. Irónicamente, esta abrumadora victoria se produjo en medio de múltiples quejas y disgusto ciudadano reflejado en las calles, redes sociales y medios de comunicación tradicionales. A pesar de este descontento, el oficialismo logró capitalizar su apoyo y consolidarse como la fuerza dominante en el escenario político.
Sin embargo, el aspecto más destacado y preocupante es la gran cantidad de la población hábil para votar que decidió no participar en el proceso, lo que plantea serias preguntas sobre la salud y estabilidad de la democracia. La abstención es un reflejo de la aversión política y la desconfianza en los partidos y los políticos.
Diversos analistas han afirmado que la abstención puede ser una señal de protesta silenciosa contra el sistema político y sus prácticas. Los ciudadanos, cansados de promesas incumplidas, más de lo mismo con diferente color y caras, nepotismo, acusaciones de corrupción, una percepción de mal manejo de los fondos del erario y falta de transparencia, podrían haber decidido expresar su insatisfacción a través de la no participación.
Fuerza del Pueblo y el PLD, las otras dos grandes fuerzas en contienda, que apostaban a una segunda vuelta para materializar la alianza a nivel presidencial junto al PRD, no lograron movilizar a sus bases de manera efectiva, lo que también contribuyó a la elevada abstención. Ambos partidos enfrentaron desafíos significativos en términos de comunicación, organización y logística, lo que se reflejó en su rendimiento en las urnas.
La victoria del PRM, a pesar del descontento generalizado, plantea una serie de retos para su nueva gestión. Deberá trabajar arduamente para restaurar la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas y abordar las preocupaciones que llevaron a muchos a abstenerse de votar. En conclusión, esta contienda no solo redefinió el equilibrio de poder entre las organizaciones políticas, sino que también subrayó un creciente fenómeno de abstención que debe ser atendido con urgencia.
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