De la reflexión a la acción

Por: Gerson Moisés Urbáez (Educador)

Por años en nuestro país y en el mundo se ha enfatizado en el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la violencia contra la Mujer, ya no pasa desapercibido, las marchas son frecuentes, las charlas, los anuncios, panfletos, las banderitas rosadas, las palabras, los discursos, en fin, todo lo que creemos que hace concientizar a una sociedad marcada con la violencia en sentido general y a la violencia específica en contra de las mujeres, estas actividades son realizadas casi en todas las instituciones estatales (en lo cual estamos de acuerdo), y las ONGs hacen un festín promoviendo este día, tratando de hacer lo imposible para cambiar los números que cada día van en aumento, de hombres desalmados que matan, torturan, humillan a sus parejas o exparejas.

En nuestro país desde el año 2010 hasta el 2019 según la CEPAL la tasa de feminicidios ha sumado 1795 mujeres, en lo que va del 2020 van 94 asesinadas. No es extraño encontrar en los periódicos, medios televisivos, radiales y las redes sociales noticias a diario de mujeres maltratadas, abusadas y asesinadas, estos números por más esfuerzos que se han hecho desde los gobiernos, las instituciones y los profesionales, no bajan, parece una constante que mortifica a la sociedad, son como las arenas movedizas, por más que intentas salir, más te hundes. Necesariamente hay que hacerse la pregunta del millón de dólares, ¿Por qué no han funcionado estos esfuerzos?  ¿Por qué los hombres siguen matando a sus parejas o exparejas?, tal vez si les preguntamos a los profesionales de la conducta tengan una respuesta acertada, quizás el común de las personas responda lo mismo:” hay que trabajar en la familia”, si, la respuesta que todo el mundo conoce, pero  donde la puerca tuerce el rabo (frase popular en nuestra cultura) es cuando preguntamos el ¿cómo?, el ¿Quién? Es donde los teóricos miran hacia arriba y colocan su dedo en la mejilla.

La sociedad dominicana necesita acción, el problema existe y persiste, y se ha demostrado que no sólo bastan las marchas, los actos y las conmemoraciones, hay que hacer algo más, se necesitan desarrollar  y aplicar políticas educativas enfocadas en resolver la creciente violencia de género, aplicarlas desde el ámbito educativo y familiar; es cierto que no se le debe dejar todo a la escuela, es en el hogar, aula por excelencia, donde se fomentan los valores éticos, morales y personales y éstos reforzados por profesionales de la educación en los centros educativos donde la función de educar sobrepasa sólo el dar clases a los educandos, abarca toda la comunidad, pues la educación toca todas las etapas de la vida, el ser humano deja de aprender cuando deja de existir. 

Es imperativo que las charlas realizadas por los ONGs a toda la sociedad puedan ser enfocadas y coordinadas con la justicia para los hombres reincidentes en la violencia, se necesita mano dura para los hombres, si mano dura, en la prevención,  la educación sexual se hace impostergable para poder tener nuevas generaciones con respeto total y absoluto a las mujeres y saber que ningún ser humano es propiedad de otro ser humano, ya eso quedó en el pasado con la abolición de la esclavitud y mucho antes lo había dicho Jesús “Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”.


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